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¿Cómo se clasifican los fertilizantes?

Los fertilizantes son productos que contienen nutrientes beneficiosos para los cultivos agrícolas. En los últimos años, la innovación ha permitido que sean cada vez más efectivos y proporcionen mejores resultados. Además, la sostenibilidad es un factor cada vez más importante en los fertilizantes.

El objetivo que se persigue con el uso de fertilizantes es doble. Por un lado, buscamos añadir al suelo del cultivo aquellos componentes necesarios para asegurar el correcto desarrollo nutritivo de la planta y, por otro, devolver al suelo todos los nutrientes que ha ido perdiendo como consecuencia de las condiciones climáticas y naturales.

Historia de los fertilizantes y su uso

La fertilidad del suelo ha sido un factor de gran importancia a lo largo de la historia. Los primeros indicios que se tienen de la conciencia sobre este tema se sitúan en el año 2.500 a.C en Mesopotamia, donde los agricultores se dieron cuenta de que en determinados suelos se conseguía un rendimiento del cultivo mucho mayor. Posteriormente, se hizo evidente que la fertilidad disminuye con el paso del tiempo, por lo que se empezaron a buscar soluciones.

Sin embargo, no encontramos la primera referencia hacia la utilización de fertilizantes hasta la antigua Grecia, en la que se hacia uso de estiércol en los viñedos. El siguiente hito importante se sitúa en el siglo XIII, cuando Pietro Crescenzi hizo referencia a un notable incremento del uso de abonos.

No obstante, volviendo a la historia más reciente, cabe destacar que fue durante el siglo XX cuando más se avanzó en materia de fertilizantes, los cuales se producían principalmente a base de fósforo, potasio y nitrógeno. En la actualidad, destaca la evolución hacia los fertilizantes en formato líquido, así como la importancia de la materia orgánica y los biofertilizantes para mejorar y recuperar la calidad del suelo.

Clasificación de los fertilizantes

Podemos destacar cuatro tipos de fertilizantes:

Fertilizantes inorgánicos. Como su nombre indica, son productos que no están fabricados a partir de materia orgánica, sino que se producen de forma industrial, transformando algunos componentes en una solución nutritiva para el cultivo mediante un proceso químico. Su principal ventaja es que los nutrientes que aportan pueden ser utilizados de forma inmediata por la planta.

Fertilizantes orgánicos. En este caso, hablamos de productos derivados mayoritariamente de restos de otros organismos como plantas o animales. Entre sus principales ventajas encontramos su efecto positivo en la composición y estructura del suelo.

Abonos orgánico-minerales. Su elaboración se realiza a partir de materia orgánica, pero durante la fabricación se añaden también nutrientes de origen mineral. Como indica la AEFA , su principal beneficio es que permiten proporcionar al cultivo materia orgánica y nutrientes con un solo producto.


Aminoácidos, algas marinas y extractos húmicos. Los aminoácidos están compuestos principalmente por oxígeno, carbono, nitrógeno e hidrógeno. Tienen como principal beneficio su contribución a la mejora de los cultivos que se encuentran en situaciones de estrés, facilitando su nutrición con menor utilización de energía. Las algas son un fertilizante de tipo orgánico que puede mejorar el suelo y estimular el cultivo de forma sostenible. Por último, los extractos húmicos, son también compuestos orgánicos que estimulan la fertilidad del suelo.